jueves, 28 de junio de 2012

Reflexiones de un patán

I.
Yo debo tener alguna obsesión, estoy seguro, pero como la mayoría de los adictos a algo no me doy cuenta

II. 
Había sacado la manguera y me había dispuesto a regar el jardín de mi casa y, de paso, limpiar la entrada; cuando un niño (¿de sies años?) se me acercó y, viendo que mojaba un poco el suelo, me preguntó. 
-Señor, ¿por qué riega el suelo?
-Es que quiero que crezca vereda.
Y el niño, absorto y mirando el infinito, se fue.

III.
No pretendo ser el Grinch, yo no tengo las intenciones de mearme sobre la navidad. La culpa la tiene mi madre que llena de adornos el inodoro (así es, aquí el water es lo más navideño de la casa) solo que aveces pienso que la navidad es el terror de todo claustrofóbico. La gente se apiña (sí, se transforma en fruta tropical...no) la gente se aglomera una sobre otra hasta que este asunto de comprar los regalos se transforma en una violación al espacio personal donde uno intenta no ahogarse entre la marea de gente. Todo perfectamente ambientado con esa música de las luces navideñas que me suenan a falsa felicidad...

Yo, quejándome del mundo, mientras compro regalos de navidad

IV
Fue cuando tenía ocho años de edad y el camión de la basura pasaba al frente de mi casa. Si fue por mi falta de responsabilidad o por algún otra motivo, aquello es un evento desconocido para mí: simplemente no había sacado inmundicia que se había generado en mi casa a lo largo del día y me encontraba corriendo detrás de un camión maloliente con dos bolsas llenas de mugre en cada mano y , para la gravedad de la situación, el camión no parecía tener intenciones de detenerse. Entonces grité:
-¡¡¡BASURA!!! ¡¡¡DETENTE BASURA!!! ¡¡¡BASURAAAA!!!
Entonces se detuvo el vehículo en seco y dos recogedores se me acercaron con cara de pocos amigos y, mas bien, tenían rostros de cultivar bastantes enemigos.
-Basura - les dije timorato
-Pensé que nos lo decías a nosotros- me contestó uno de ellos
¡¡Pero por supuesto que se los gritaba a ellos!! No querían detenerse... pero... decírselos en ese momento era un suicidio...


V.
Sucede que estoy en el bus, rumbo a cualquier parte, y la estación de radio pone música realmente despreciable y justo cuando tengo que bajar del vehículo empieza a sonar una canción que es de mi gusto. Maldita sea... Me hace pensar si soy el único a quien le pasa.

VI
Siempre me gustaron las "sutilezas", esos pequeños detalles que impregnan la existencia que nos envuelve. Pero más que eso me gusta mucho más esa pequeño ingenio del que se valen algunos para revelar esas "sutilezas". Un ejemplo sencillo es cuando uno se detiene a pensar acerca de ese asunto de Rodolfo, el reno, y todo el villancico y descubrimos que es una historia del bullying más irreconciliable

Era Rodolfo un reno, que tenía la nariz
roja como un tomate y de un brillo singular
todos sus compañeros se reían sin parar
y nuestro buen amigo, no paraba de llorar

Osea que lo que cantamos tan alegremente no es más que una historia de daño psicológico, de burlas y de ridículos afanes para hacerle la vida imposible a este personaje.

¡Vivan las sutilezas y las mentes que las descubren!

VII.
En el inicio del año 2013, me dieron a cuidar un perro por una semana. Este perro tenía un tumor en el ano que , sino se le trataba, terminaría por matarlo. Como costumbre, lo saqué a pasear al parque y allí, mientras el animal olfateaba algunas cosas, le dije: "Tienes que curarte, muchacho. Aunque sería muy irónico de que murieses de cualquier cosa menos de ese tumor maldito que tienes allí"

Dos semanas más tarde, ya cumplido el plazo de mis cuidados, me llamaron de la casa donde vivía el perro. Él había muerto. Pensé que fue a causa de su tumor, pero no. Él, jugando en la azotea, se había arrojado por error del octavo piso del departamento donde vivía. Fulminante. Cuando digerí la noticia lo que había dicho se había cumplido... No murió del tumor, al menos. 

Me sentí muy mal...
Nunca estamos seguros de lo que decimos, creo yo.

VIII.
Tengo que dedicarle unos minutos de mi tiempo a una señorita. Estaba caminando por mi universidad cuando pasó a mi lado una mujer. El hecho radica en que ella no se percató de mi existencia ,sino que yo advertí la suya (que debo suponer que no fui el único, ¡maldición!, es casi imposible que una persona que posea una naturaleza como la de ella pase desapercibida). El otro hecho importante aquí es que la perdí la vista y ,cuando se fue, me di cuenta de la verdadera dimensión de la tragedia de la que había sido testigo y quizás parte. Aquí estoy seguro que yo sí fui el único en advertirlo. Esta belleza que ha conmovido mi espíritu en lo más hondo, esto que ahora aprecio y cuya imagen ha dejado huella (lo suficiente como para estar hablando de ella ahora) esta belleza se va a marchitar: las mujeres envejecen. He allí la gran tragedia del mundo: inclusive lo más bello de este género termina en la fosa...

Dedicado a la mujer desconocida.

IX.
Una vez, encontrándome con unos amigos de la universidad, uno de ellos me dijo-Onán, ¿estás triste? A lo que yo respondí- Para nada, me encuentro perfecto- y mostré una amplia sonrisa. Lo que era solamente el reflejo de la inmutable verdad. Yo me encontraba bien y no tenía ninguna angustia sobre mis hombros. -Lo siento,- me dijo finalmente- te veías más triste de lo normal.

Me quedé callado y pensando. Eso no era lógico, mi trabajo es el humor. Siempre me veo triste, ¿acaso? Inmediatamente recordé a David Garrick, un dramaturgo inglés conocido por sus comedias. Quien sería objeto,  años más tarde, para inspirar un poema llamado "Reir, llorando" de Juan de Dios Peza.

"¡Nadie en lo alegre de la risa, fie!"

X.
Fui a comprarle la comida a mi perro, como lo hago religiosamente cada día, yendo a la misma bodega de todos los años donde me atiende el mismo señor vigotón o la misma señorita (posiblemente su hija) que debe tener unos quince años todavía. Siempre pido el mismo tipo de comida. Dos soles de "Pedigree adulto". Ha sido hace poco que aquella muchacha me ha atendido y como se encontraba un poco lejos de las bolsas de la comida del perro me pidió amablemente si por favor podía atenderme solo porque sería "demasiado trajín". Con una sonrisa en el rostro accedí a su petición, un poco de autoservicio no está mal para un día. Fui e hice la simple mecánica de llevar mi bolsa plástica (que la señorita tan amablemente me entregó) y metí la comida de mi perro allí y la puse a la balanza como siempre para ver si había metido el peso justo por el dinero que pagaba. Resultó que cayeron mis dos soles justos y precisos con el peso de la comida.
-¡¡A las justas!! - me dijo la señorita.
-Es que tengo "buena mano" para estos asuntos.

En ese preciso momento la señorita subió una de sus cejas mientras le arrancaba una sonrisa malcriada en el rostro y observándome de  pies a cabeza me dijo con su voz pintada de aires de deseo. "Ya veremos si eso es cierto" Me he reído del asunto y salí de la bodega. 

No me di cuenta de lo que le dije que "tenía buena mano" y en los momentos en lo que se lo dije fue en el más sano tono de broma y había olvidado todas las connotaciones sexuales que tenía aquella frase.



Ahora cada vez que voy a la bodega siempre corre primorosa y entusiasta (con un escote bastante generoso) a atenderme , pero debo admitir que no lo quería decir con las intenciones que parecieron ser. 

Ahora parece que el señor que está junto a la muchacha (sigo esperando que no sea su padre)   quiere destruirme. 






XI.
Vivo en Lima (Perú) el día de ayer (Miércoles 27 de Junio) observé como dos sujetos reducían a una pareja de novios que caminaban con dirección a la cuadra 26 de la Av.Brasil. Dos hombres bajaron de un Station wagon blanco. La pareja caminaba por las calle dándole la espalda al auto, ninguno de los dos advirtió nada. Quienes habían bajado del vehículo corrieron en dirección a la pareja cogieron al hombre y le asestaron un golpe en la cabeza con la culata de una pistola.
Llegó la policía, tarde, para variar.

XII
Hoy día he vuelto a recordar el porqué de mi escepticismo, por qué dejé de creer. Dios debió haber existido. Lo malo es que como todos los grandes crímenes de la historia su fallecimiento no ha quedado claro así como nunca quedó claro su origen. Sigo creyendo que a Dios lo asesinaron por casualidad.

Me explico

Hace mucho tiempo, en una turba producida por las barras bravas de los equipos clásicos del fútbol peruano un efectivo de la policía intentando dispersar a la muchedumbre de jóvenes  idiotizados desenfundó su arma , una Beretta 92  (arma reglamentaria de la policía de por aquí), y apuntó al cielo enlutado, acto seguido, accionó el arma.  Para aquel instante estaba Dios en alguna de sus nubes, el proyectil hizo un movimiento Rectilíneo Variado avanzando cada vez con más ligereza. Un impacto en la aureola lo liquidó y nos quedamos en un mundo sin Dios.

XIII
Cuando era pequeño decían que era la idéntica imagen de mi hermano mayor, tenía las mismas facciones e inclusive la misma mirada torva y vacía debajo de esas dos cejas pobladas. Resulta que esas mismas comparaciones nos la debieron haber dicho a todos, ¿por qué?, somos el reflejo de nuestros antepasados, he ahí la razón por la cual la abuelita, la mamá o la tía solterona se sorprende tanto al vernos, porque somos idénticos al sobrino, tan parecidos al abuelo, llevamos los ojos de nuestra madre, pero tenemos la boca delgada como la de tu tío Fulano de tal, así sucesivamente hasta terminar como la mezcla más rara de la familia porque resulta que eres parecido a toda los antepasados del árbol genealógico hasta que finalmente terminas pareciéndote (a grandes rasgos) al primo feo de la familia o al papa Benedicto.



Todas las pinturas presentes en este artículo no son de mi propiedad, todos los derechos por estas le pertenecen a Kiko Rodriguez. El único material mio es lo que en esta presente está escrito. 

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viernes, 22 de junio de 2012

El lenguaje de las combis, todo un idoma



- Mi vuelto, por favor.
-Aquí tiene
-¿Qué es esto? Faltan plata...
- Un sol-veinte está el pasaje, señora
-¡No, yo vengo todos los días por esta ruta y me cobran siempre un sol!
-¡Mire la tarifa, señora! !Mire la tarifa!

Un día normal...






























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