lunes, 1 de octubre de 2012

El suicida

Carta abierta de un suicida a la comunidad

Debe ser que mi salud ha desmejorado, que estoy enfermo o me acompaña siempre algún mal de espíritu, que el fantasma de algún ser amado me visitó un día y me volví loco venganza, o quizás, soy asesino y de las sangre han brotado las Erinias que me persiguen incansables, que el tedio terminó por consumirme como lo hace el veneno que se infiltra en los organismos más sanos y lo destruye todo a su paso o que ,tal vez, los libros me han terminado por aconsejar que vaya por el mundo destruyendo molinos y amando a una mujer que es horrible de aspecto y terrible de personalidad. Debe ser eso o quizás muchas cosas más, pero siempre pienso en lo mismo: "O me muero hoy o más tarde". Pero lo inevitable es lo único certero: la muerte. Todo lo demás es duda disfrazada de confianza.

La verdad es que todos hemos pensando en matarnos. Contemplamos la muerte como quien observa un abismo, y desde la altura gritamos.
-¿Hay alguien allá abajo?

Y el eco nos responde:
-Tú..

Aveces pienso que el único coherente entre lo que piensa y lo que hace es, finalmente, quien se arroja. Muchos piensan en matarse, pero no lo hacen (ya sean por convicción, creencias o por pusilánime) , otros aceptan que deben morir, pero no hacen nada más al respecto. Alguno quizás decide echar su vida  a la suerte y compra un revolver y una sola bala (realmente solo necesita una). Entonces, cada mañana, cuando despierta, pone una bala en el tambor, lo hace girar, para coquetear con la parca, y se lleva el cañón a la cabeza.

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Tendrás que vivir otro día...

Así está durante años, escuchando el sonido hueco del martillo golpeando una bala inexistente. Cuando finalmente, cuando esa arma ya ha cumplido cuarenta años, por fin se dispara la bala. Pero ha salido por la culata.

Tendrás que vivir otra vida...






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