jueves, 24 de abril de 2014

El loco más famoso

A pesar de lo que puedan decir algunos, el loco más famoso de mi familia no es el bisabuelo Ulises- a quien, según se dice, se le metió la idea de que podía volar, esa noche cuando se arrojó de un quinto piso.

Cuando me contaron esa anécdota tan poco afortunada junto con su respectiva conclusión  "solo un lunático puede pensar que los hombres vuelan" yo, naturalmente, expresé mi desacuerdo ante tal sentencia (no me refiero que yo me encuentre convencido de que mi bisabuelo logró surcar el cielo- por favor, el fiscal y veinte transeúntes más comprobaron que sucedió completamente lo contrario-) en todo caso, si de algo puedo estar seguro es de la dureza del concreto del que está hecho el pavimento- y el corazón de algunas mujeres- contra el cual Ulises también se desplomó. Porque sucede que Ulises se estrelló contra el corazón d" e piedra de mi bisabuela para luego proyectarse, en toda su metáfora, contra el asfalto.

Se recuerda este acontecimiento entre los importantes por el impacto tremendo que tuvo dentro de la familia y sobre todo el impacto tremendo sobre vereda. Por un lado porque, desde la muerte de Ulises, mi bisabuela por fin pudo deshacerse del "viejo de miércoles" (o eso decía mi bisabuela cuando se despertaba todos los lunes a comprobar que su esposo seguía con vida) y poder vivir tranquila con su amante, mientras se gastaban la herencia del finado (porque si de algo es conocida la bisabuela es por despilfarrar los millones del bisabuelo). Por otro lado, fue el impacto que nadie vio venir (y mucho menos el sujeto que caminaba por allí cuando un viejo le cayó encima y le rompió unas cuantas costillas). El asunto terminó con mi abuelo y con el infeliz peatón...

Por antonomasia (en virtud de cada uno de mis primos llamados "Antonio") coincidieron que el bisabuelo perdió el rumbo de su vida en el siguiente orden: su esposa (que era la razón de su existir) , su vida (existir que se quedó sin razón) y luego los millones (que, no sin razón, dejaron de existir en el banco)

Algunos afirman que Ulises se encontraba bajo la más clara luz de la razón y que el asunto del acceso de locura- cuya única salida solo se encontró en la puerta trasera de la morgue-fue un mero pretexto para no caer en alguna suerte de infamia por parte de otros familiares y amigos (porque los familiares y amigos son los primeros que nos critican) Pero, de ser así y abogar la locura a mi bisabuelo o bien la supuesta "locura", ¿por qué la insania lo enviaría al quinto piso de un edificio y no llevarlo a convertir al amante de su esposa en colador? El asunto es que este amante- "Richardo",contra todo pronostico, siguió respirando a pesar del hecho de que un día esta sabandija decidió cruzar la pista mirando el lado incorrecto de la calle y un auto lo convirtió puré o una nueva forma de arte abstracto.

Y siguió respirando a fin de cuentas.

Pero para mí, a diferencia del común denominador de mi familia, recuerdo al bisabuelo porque siempre hay circunstancias durante el año (más o menos cuando empieza el otoño) que se presentan con alegre perversidad y que, indudablemente, me remiten a él

Cuando alguien piensa en la "hoja de un árbol" la mayoría de la gente evoca la idea de "aquellas partes que nacen en los extremos de las ramas o tallos de las plantas que son verdes, suaves, planas,  delgadas" y con otras características que, sin lugar a dudas, deben cumplir con todas las características generales que estén relacionadas a nuestra idea de "hoja de árbol". A nadie se le ocurre la idea de una hoja media marrón, media castaña, tirada en medio del suelo, arrugada cual anciana y que cruje al mínimo contacto, también más o menos como las ancianas cuando caminan. El diccionario tiene la función de describir cada una de estas imágenes, conceptos, que se generan en nuestro cerebro cuando percibimos alguna palabra.  El otoño entra a colación aquí porque libera a los objetos de su tedioso concepto y de repente cuando buscamos la palabra "hoja" (referida a la parte de la planta)  creemos que el diccionario bien nos engaña y nos toma el pelo ese y junto con ella, toda la academia española. En el otoño de repente todo es ingrávido y las hojas de los árboles caen al suelo, marrones, rígidas y crujientes liberadas del peso de su concepto, no caen verdes, ni suaves, ni planas... Sin embargo, las palabras y sus imágenes en nuestra cabeza también son una ayuda, gracias a ella puedo hablar hasta de un "perro" sin la necesidad de tener uno al frente y puedo predicar del perro todo lo que necesite, así puedo hablar de mi bisabuelo sin la necesidad de que tenga su foto aquí o su calavera sobre mi mesa. Supongo que el bisabuelo Ulises se percató de esta sutileza mientras caminaba por la cornisa del edificio y todo se hizo otoño a sus ojos...

Y se arrojó a la muerte.

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